Nacido en Antheit (Lieja) en 1897, se consagró como pintor
surrealista, destacando su particular definición de esta técnica:
"reintroducción del sujeto, pero en un sentido bien determinado que es el de lo
extraño y de lo ilógico". El universo característico de su pintura se constituyó
tras conocer la obra de De Chirico y de Magritte, en 1934. Antes, Delvaux había
practicado una especie de realismo impresionista. Bajo el velo de lo absurdo se
disimulan diversos hechos e infortunios del siglo XX, como el éxodo belga, o la
ocupación. Su definición del surrealismo corresponde a toda su obra. Sus
cuadros, con una técnica bastante académica, acogen personajes hieráticos:
soñadoras mujeres desnudas, hombres distraídos e incluso esqueletos, en un
escenario (templos griegos y jardines florentinos que componen perspectivas
arquitecturales clásicas, y también andenes en desuso) que parece el frío espejo
de sus inhibiciones. Cinco años después de morir su mujer, Tam, muere Delvaux,
en 1994.
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